martes, 4 de agosto de 2009

Ronin

El observador de aromas. Así es como me llaman. Eso es porque desde que perdí el olfato y el oído, la vista es lo único que me mantiene alerta durante el combate. Estoy seguro de que en el mundo hay mucha gente como yo, pero sus técnicas no son tan buenas como la mía. Me he convertido en leyenda en estos últimos años.
Aún recuerdo como comenzó todo. Fui enviado a una misión de rescate a una selva espesa como polenta. Allí conocí a un nativo; cuando digo que lo conocí me refiero a que logró evitar mi espada. Pero no lo hizo con habilidad o destreza marcial; sólo dijo una frase, una que aún me ronda en la cabeza “¿Que pasaría si la felicidad muriera?”. No lo maté porque sentía la necesidad de comprender el significado de lo que me dijo. Vagamos por la selva durante días; él tratando de explicarme y sobrevivir y yo tratando de comprender y contenerme. Una vez habiendo desistido de entender abandoné la contención. Al no tener guía comí cosas que no debía comer, error que me costó el olfato; y enfrente bestias que no debía enfrentar, error que me costó el oído.
Cuando volví con mi amo él me esperaba con ansias de buenas noticias. Pero al ver que llegaba herido, enfermo y sin rescate me echó del palacio. Estuve vagando por mucho tiempo hasta que finalmente caí derrotado por mi malestar. Fui cobijado por un ser, cuyo sexo aún no me atrevo a indagar, que se hace llamar Demonia Particularis. Al despertar me atrajo la atención algo de su apariencia. No sé si fue porque vestía una túnica de varios colores, o la presencia de ese accesorio con forma de mariposa color plata que llevaba en su cuello. El engendro me curó de mis heridas pero no pudo recuperar mis sentidos. En lugar de eso me entrenó para, sólo con la vista, ser el mejor luchador. Entrené durante años hasta que Particularis sensei me dijo que debía emprender un viaje místico para alcanzar el máximo nivel.
Ahora, cinco años después de terminar el entrenamiento, sigo buscando mi cuarto sentido. El maestro dijo que cuando lo consiga, los psicodélicos colores del hámster se manifestarían frente a mí y eso sería prueba de que me habría convertido en el más poderoso.
Este viaje me ha dado muchas satisfacciones. Disfruté, como un niño un juguete, al mutilar alegremente los cuerpos de mis oponentes. Fue muy divertido ver la expresión de sorpresa de los testigos al oír que mi víctima olía a azul verdoso, o naranja rojizo o violeta rosáceo. En este momento estoy viendo los psicodélicos colores del hámster y se me presenta la posibilidad de rechazar el poder. Sé que si lo tomo alcanzaré la iluminación divina, y existiré como un ser superior y perfecto por toda la eternidad; pero a su vez perderé la felicidad que me provoco la búsqueda. Creo que ahora comprendo las palabras de aquel nativo.

Nahuel Lombardi
09/05/09

2 comentarios:

  1. Nunca lo habia leido... o si lo lei, no le preste atencion...

    Esta muy bueno!!!

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  2. muy hippie no? genial como mechaste eso del hamster psicodelico. eso era de agustín. lo mío era lo de demonia particularis. el resto no me acuerdo jaja

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