
Amanece, el sol alcanza la ventanas, algunos rayos se filtran entre la persiana intentando penetrar mi profundo sueño, hasta que finalmente lo logra, con una estela de luz, despierta mis “no ganas” al “hoy”.
A la evidente molestia de luz en mis ojos, se suma el irritante sonido del despertador, dándome “El Ultimátum”: “Hora de levantarse”
Tras muchas vueltas y enredos con las sábanas, logré encontrar la posición exacta; levantarme en este momento sería una experiencia casi dolorosa.
A pesar que podría “cerrar los ojos” y dormir como si nada hubiera pasado, pero el ruido que me atormenta ahora, no es el del despertador, sino el de mi propia conciencia, el “saber y no querer”…
A pesar que podría “cerrar los ojos” y dormir como si nada hubiera pasado, pero el ruido que me atormenta ahora, no es el del despertador, sino el de mi propia conciencia, el “saber y no querer”…
Como este repetido capítulo cotidiano, con el que más de uno se sentiría identificado, es la realidad.
Esa luz, esas verdades, intentando filtrarse y sacarnos de nuestro letargo, simplemente para traer claridad a nuestras vidas… Esa alarma empecinada en cumplir su función, concientizándonos, incitándonos a abandonar esa posición que hemos adoptado como cómoda en el mundo, después de enredarnos tanto en nuestros problemas que hasta comenzaron a parecernos tibios…
Hay un mundo real ahí afuera, detrás de esas cuatro paredes que nos rodean.
Está en nosotros la decisión de bajar las persianas, apagar el despertador y seguir durmiendo, o… Asomarnos, ver que es un nuevo día y dejar que la Luz nos inunde.
Está en nosotros la decisión de bajar las persianas, apagar el despertador y seguir durmiendo, o… Asomarnos, ver que es un nuevo día y dejar que la Luz nos inunde.
_________________Aguz 21/05/08___________________
Buena representación del infierno matinal. Bueno el positivismo de aceptarlo.
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