
Él estaba ahí, y al igual que ahora, en ese momento no sabía quien era. Lo comento así porque suele suceder que a veces conozco a alguien y después ya no. Debo ser el único al que le pasan estas cosas. Pero bueno, lo importante es que él estaba ahí y no estoy seguro por qué, pero es un dato importante. Su presencia en ese momento fue, es o será decisivo en mi vida. Sea lo que sea seguro que ya me lo contaré. Ah si, esa es otra de las cosas raras que me pasan. De vez en cuando, especialmente cuando pasa algo que me deja patas para arriba, aparezco frente a mí, y no en un espejo sino físicamente frente a mí, como un doble exacto de mi persona y me explico lo que acaba de pasar. Esa explicación solía ser un dolor de cabeza, ya que no sólo debía aceptar el hecho de que me lo estaba contando yo mismo, sino que el relato resultaba aún más fantástico que la realidad inmediata que estaba viviendo. Sin embargo, lo que salía de mis labios era la única explicación a la que me podía aferrar. Luego, esas situaciones dejaron de ser tan shockeantes porque con los años me fui haciendo amigo mío. Descubrí que soy un buen tipo, o eso creo yo y también él, que es yo al igual que su servidor. Esto puede sonar redundante, pero aunque este admitiendo que acepto la existencia de mi doble, aun no se lo he contado a nadie ya que no creo que lo crean, por qué? porque yo mismo no me lo creo, por eso repito tantas veces eso de que somos uno y dos pero en uno y todo ese tipo de cosas que marearían hasta a los peces. Pero bueno, lo que yo iba diciendo es que gracias a que dejé de sorprenderme de mi presencia comencé a escucharme más atentamente cada vez. Y me di cuenta que pienso como yo (bastante lógico, no?). Y comencé a charlar con migo y a discutir los puntos que me parecían flojos de mi teoría.
El problema era que, aunque el yo que contaba estaba de acuerdo con migo de tanto en tanto, él sabía la verdad tal cual era y terminaba nuestro encuentros diciendo que no tenía sentido pero que así era. Cada vez que desaparecía (después supe que lo hacía desvaneciéndome, antes me escondía detrás de alguna pared y ya no me volvía a ver) me pregunto si realmente pasó o todo fue producto alguna alucinación. Siempre digo que no pudieron haber sido alucinaciones porque siempre aparecía la misma persona en diferentes lugares y parecía que me conocía y me recordaba de alucinaciones anteriores, así que la respuesta tiene que ser una de dos: o era esquizofrénico o algo sobrenatural y muy loco me estaba pasando. Sea cual haya sido, estoy orgulloso de ello. Preguntarán a que se debe mi orgullo. Pues verán. Si fui esquizofrénico, significa que mi cerebro funciono con más potencia que la de cualquier gil que anda dando vueltas por ahí. Tuve dentro de mi a dos personas con historia y conocimientos distintos que compartían gustos modos de pensar y que podían comunicarse entre si. Nunca podría estar solo porque siempre estaría con migo. Por otro lado, si estuve realmente envuelto en algo sobrenatural habría sido como estar dentro de la piel de alguno de mis personajes favoritos de ciencia ficción. Podría ser que el yo que aparecía haya sido uno del futuro que ya lo sabe todo y me contaba (se contaba) lo que pasó para tranquilizarme y que su vida siga su curso normal. Podría haber sido un ser metamorfo de otra dimensión que se dedicaba a burlarse de mí sólo porque estaba aburrido. Podría haber sido un ánima que entraba en mi cabeza, buscaba una respuesta adecuada y salía tomando mi figura para contentarme y así evitar que descubra la verdad escondida tras lo “raro o extraño” que acababa de ver.
Pero todas estas cosas que pasaron y que pensé, fueron hace ya mucho tiempo. La última vez que me vi decidí seguirme. Cuando estaba desvaneciéndome, me tomé del brazo y me desvanecí con migo. Luego, yo y yo aparecimos en un lugar que nunca habría siquiera imaginado. Era una especie de escalera invisible pero a la vez visible, como si fuera un vidrio limpio dentro del agua cristalina pero sin el agua. Los escalones eran rígidos por dentro pero la superficie era gomosa y gelatinosa, como una Royal de frutilla vencida, aunque no se me quedaban pedazos de escalón en los pies cunado subía. De algún modo, este otro yo no se dio cuenta de mi presencia y comenzó a subir la escalera. Yo quise seguirme, pero cada escalón que subía me llevaba cada vez más abajo, no podía comprender lo que pasaba, pero tampoco me entra en la cabeza el pasito de Michael. Entonces comencé a correr, saltando de a dos incluso tres escalones a la vez, pero, como era de esperarse, bajé más rápido. Llegó un punto en el que me detuve y pensé “Si cuando subo bajo, cuando baje subiré”, entonces dí media vuelta, bajé mi pie hasta el escalón de abajo y al instante en que lo pisé toda la escalera se convirtió en polvillo y comencé a acender. Me elevé tan rápido como habría caído de haberlo hecho. Mientras subía me vi saludándome desde una plataforma esférica. En cuanto dejé de saludarme serré los ojos sin darme cuenta y sentí un fuerte dolor en la nuca. Quise darme vuelta y descubrí que había chocado contra la parte de abajo de mi cama.
Desde ese momento jamás me volví a ver, pero las cosas extrañas que me hacían aparecer siguen pasando, solo que ahora las entiendo sin mi ayuda, lo cual es bueno, ya no necesito a otro, pero es malo, perdí a un amigo.
Nahuel Lombardi
31/08/09