Olvide en un hombro, tiempo atras, unas pequeñas lagrimas. No recuerdo que pena me golpeaba, seguro era una de las tontas.
En mi vida ha habido momentos en los que siempre encontraba un lugar en el que apoyarme, caliente, tierno y suave. Sin importar la razon de mi llanto, siempre habia motivo para recurrir a ese calido abrazo que le dan a uno cuando se siente mal.
Pero el tiempo con su marcha, envejece las cadenas del afecto que sujentan esos brazos, y deja todo atras. Ya no hay mas calor ni suavidad, sólo una dura realidad que toma forma de almohada.
Olvidé mis lagrimas en un hombro, y cuando quise volver a llorarlas, aquel hombro ya se habia ido.
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Aunque ese hombro ya no esté. Sabés que ahora tenes nuevos.
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